jueves, 16 de mayo de 2013

El cuento de las estaciones y la sensación térmica

Cuando llegamos a este país, estábamos en pleno otoño, las hojas comenzaban a caer lentamente de los árboles, algunos de ellos empezaban a verse algo opacos, allí recordé una de las reuniones con el maestro Mesa, cuando nos leía como un abuelo querendón lo hace con sus nietos cerca a una chimenea   un par de cuentos y hasta algo de filosofía, ese día el nos llegó con un texto de Ortega y Gasset sobre la metáfora, fue tan bello cuando el leyó con su entonado acento que los chinos al no encontrar un símbolo que les diera a entender la tristeza, decidieron unir dos: otoño y corazón, con lo que se entendería que la tristeza es el otoño del corazón, en ese momento a la mitad de los asistentes se nos alcanzó a escapar un suspiro.

Las hojas siguieron descendiendo de los árboles, todo se tornó tan natural y tan cotidiano que ya no nos percatábamos del asunto, hasta que un día, íbamos caminado por las calles de la ciudad y allí estábamos, tan presentes, como que dejábamos un eco, y como no dejarlo si es que estábamos caminando sobre las hojas del otoño rosarino, las había de muchas formas, todas muy bellas -fue el primer otoño de mi vida-, recuerdo que guardé un par de ellas como recuerdo en un librito que llevaba en el bolso, y que suerte la mía, el libro era de Borges.



El otoño terminaba y nosotras a penas comenzando a conocer a Rosario, a vivir sus domingos soleados con temperatura ideal de esas donde no tienes mucho calor pero tampoco te hace mucho frío, pero cuando en un lugar existen esas cosas que la gente suele denominar estaciones y que a uno le suenan como a película extranjera, pues la visión y hasta el aire cambian.

Resulta que ahora nos encontramos en pleno cambio de estación y comienza a hacer frio, y como aquí el pronostico del clima si es real y se cumple estrictamente, muy sagradamente cada mañana antes de observar cualquier cosa, lo primero que miramos es el pronóstico del clima por rangos de horas para la ciudad, y vaya sorpresa! cuando nos encontramos con la temperatura de la hora y la sensación térmica que se experimentará, eso de la sensación térmica no lo entendíamos, hasta que una compañera nos explicó que por la humedad la temperatura cambia y se siente diferente, por lo cual, si el pronóstico del clima dice que estaremos a nueve grados de temperatura generalmente nos muestra que la sensación térmica será de cinco grados, noticia totalmente desmotivante, porque toca pensar que ropa debe usarse para que no le de a uno tanto frío y cuantas horas se va a pasar encerrado en el cuarto del hostal al lado del calentador para no sentirse congelado durante el día.

También con el invierno llega el hielo a los grifos, parece que a través de ellos se derritiera el antártico  el agua sale tan fría que se puede preparar una bebida helada al instante sin tener que usar hielo o mantener el liquido refrigerado por algún tiempo.

Ahora el invierno comienza a apoderarse de la ciudad y salvo el problema de pensar en el método más idóneo para no congelarse, los días siguen siendo bellos, el cielo sigue siendo aun más azul, tanto que uno a veces piensa que los días cálidos no siempre son los mas calurosos para el alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oiga Marta, usted como está escribiendo de bonito!!!

Vane.