jueves, 25 de julio de 2013

La casa tomada: una experiencia de autogestión.

Por la lectura de "La casa tomada", un cuento muy conocido de Julio Cortázar, me enteré yo que existían este tipo de territorios en la ciudad... edificaciones, abandonadas casi siempre, que eran invadidas por personas que vivían allí dentro como en una pequeña utopía anarquista, una celebración de lo colectivo. Siempre quise conocer una, y cuando, en la clase de canto de la municipalidad (en la que con Alguien y Cualquiera nos anotamos gratuitamente) alguien me dijo que los pequeños cortos teatrales a los que asistiría se presentarían en un sitio así, se añadió más expectativa a la que ya traía para la presentación, pues, además de conocer un poco la escena teatral rosarina, me interesaba la obra desde el título: "Cortos teatrales sobre cuentos de Cortázar, Kafka y Roberto Arlt.

De modo que logré llegar hasta aquella casa cultural de nombre Amanita, ubicada justo enfrente del bar "La chamullera", uno de los más tradicionales de la noche en Rosario. No tenía letrero; Dos chicos que fumaban y conversaban adelante de la puerta me confirmaron que era allí. Luego, un pasadizo oscuro con velas, que daba a un patio de recepción. Allí esperan muchos jóvenes entre 25 y 35 años, cebando mate, fumando y comiendo galletitas. Venta de comida. Tras una puerta cerrada, muy buena música de jazz que descarto como ensayo de algún grupo. No obstante, acapara toda mi8 atención porque se escucha muy bien y porque de cuando en cuando suenan clarinetes de verdad, en vivo. Larga espera de 45 minutos, y entramos a una pequeña sala. Nos sentamos en el piso, y comienza el primer corto teatral.

Vale resaltar que no he asistido nunca a este género o tipo teatral, y me parece una buena idea para comenzar un proyecto artístico conjunto.  Serán tres actores que interpretarán cada uno un personaje de cuento. Un hombre actúa a Gregorio Samsa. Comienza a sufrir la transformación en insecto, y su familia le grita cuestiones que no tienen importancia en semejante situación, relativas por ejemplo a su trabajo burocrático. También hay un hombre de maletín y sombrero, de traje, pero apariencia suburbial, en personaje de Arlt, creo. El cuento no pude identificarlo, ni tampoco el de la mujer neurótica, escritora obsesiva desesperada por hacer aquello sin lo cual no puede vivir, y por insertarse en la sociedad de alguna manera con todo lo que carga de sí. Queda pendiente para el espectador la tarea de buscar los cuentos. Dar todo mascado no es el estilo de un teatro en el que después de la presentación se gritan arengas por los compañeros en pie de lucha, los estudiantes chilenos, por los compañeros que están detenidos...

Fueron 45 minutos en total. Corto pero sustancioso. Una banda muy bonita estaba encargada del sonido: 2 clarinetes, 2 guitarras y alguna percusión. Ellos, arriba y detrás del público. Detrás del escenario, los mismos actores y el resto del equipo ayudando, haciendo ruidos o poniendo luces, encargados también de lo relacionado con la utilería.

Valor de la función: A la gorra. Satisfactorio aportar porque se sabe que todo allí responde a una estrategia de autogestión.

En amanita también se dictan clases de tela y trapecio, de música. Es una casa tomada cultural, como las que quedarían por tomarse en algunos territorios colombianos.

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