Si, eso de la monotonía aburre a cualquiera, dicen por ahí que el Pato Lucas ya no quiere ser amigo de Bugs Bunny porque se cansó de sus invitaciones a comer zanahoria y nada más que zanahoria; bueno, aquí ocurre algo no tan radical, pero con tintes de ruptura de la cotidianidad.
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El asunto es que continuamos en el cuarto frío del hostal, donde si el pronostico del clima dice que la temperatura estará a seis grados y la sensación térmica a cuatro, pues tendremos como conclusión que el día en el cuarto estará a dos grados si corremos con suerte, por fortuna contamos con un calentador -aquí le llaman estufa- que nos ayuda a que no se produzca escarcha en las paredes del cuarto.
Hablando de paredes de cuarto, es hora de relatar lo que ocurrió aquí, porque eso de las cosas siempre en un mismo lugar como que no va con nuestra forma de pensar. Así que nos decidimos con un poco de ingenio, eso sí, a cambiarle la cara a ese lugar donde pasamos tantas horas de nuestras vidas ya que no pudimos cambiarle la temperatura.

La cama fue la primera en contribuir a la transformación, muy autónomamente se recostó al lado de una de las paredes,entre tanto, la mesa de noche se deslizó hacia adelante para convertirse en un nuevo escritorio y posalibros provisional, en el espejo se coló una estudiante de diseño de modas y un un llamado a "querer, creer, crear -cultura en movimiento-", detrás de la puerta y con mucho más sigilo aparecieron -por ahora- un par de nuestros amores, el uno con una pose bastante meditabunda y el otro tratándo de interpretar una melodía llena de aire, más abajo apareció desde el arrabal más oscuro y cercano lo chamullero una pareja bailando las melodías de esa música que para Marai es "una música de bandoneón indecente y sensual...esa música de acordes estridentes, indecorosa e impúdica, provocativa y desagradable", la ventana tampoco salió ilesa, de ella se prendieron unas cuantas postales rosarinas y hasta los horarios de partida y llegada del tren.
De manera un poco más alevosa, apareció en medio de todo un avioncito de papel que se coló en mi equipaje desde Colombia, y que venía acompañandome desde una tarde de festival de cuentería...pero esa es otra historia que algún día tendré que relatar.
Ahora parte de nuestros días y de nuestras noches transcurren con un nuevo orden de las cosas...espero que no por mucho tiempo
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