sábado, 29 de junio de 2013

Cambiando las cosas de orden

Si, eso de la monotonía aburre a cualquiera, dicen por ahí que el Pato Lucas ya no quiere ser amigo de Bugs Bunny porque se cansó de sus invitaciones a comer zanahoria y nada más que zanahoria; bueno, aquí ocurre algo no tan radical, pero con tintes de ruptura de la cotidianidad.

El asunto es que continuamos en el cuarto frío del hostal, donde si el pronostico del clima dice que la temperatura estará a seis grados y la sensación térmica a cuatro, pues tendremos como conclusión que el día en el cuarto estará a dos grados si corremos con suerte, por fortuna contamos con un calentador -aquí le llaman estufa- que nos ayuda a que no se produzca escarcha en las paredes del cuarto.


Hablando de paredes de cuarto, es hora de relatar lo que ocurrió aquí, porque eso de las cosas siempre en un mismo lugar como que no va con nuestra forma de pensar. Así que nos decidimos con un poco de ingenio, eso sí, a cambiarle la cara a ese lugar donde pasamos tantas horas de nuestras vidas ya que no pudimos cambiarle la temperatura.




La cama fue la primera en contribuir a la transformación, muy autónomamente se recostó al lado de una de las paredes,entre tanto, la mesa de noche se deslizó hacia adelante para convertirse en un nuevo escritorio y posalibros provisional, en el espejo se coló una estudiante de diseño de modas y un un llamado a "querer, creer, crear -cultura en movimiento-", detrás de la puerta y con mucho más sigilo aparecieron -por ahora- un par de nuestros amores, el uno con una pose bastante meditabunda y el otro tratándo de interpretar una melodía llena de aire, más abajo apareció desde el arrabal más oscuro y cercano lo chamullero una  pareja bailando las melodías de esa música que para Marai es "una música de bandoneón indecente y sensual...esa música de acordes estridentes, indecorosa e impúdica, provocativa y desagradable", la ventana tampoco salió ilesa, de ella se prendieron unas cuantas postales rosarinas y hasta los horarios de partida y llegada del tren.


De manera un poco más alevosa, apareció en medio de todo un avioncito de papel que se coló en mi equipaje desde Colombia, y que venía acompañandome desde una tarde de festival de cuentería...pero esa es otra historia que algún día tendré que relatar.

Ahora parte de nuestros días y de nuestras noches transcurren con un nuevo orden de las cosas...espero que no por mucho tiempo



sábado, 22 de junio de 2013

Celebrando el cumpleaños de él

El fin de semana pasado, estuvimos de celebración en honor a él, a ese sujeto que algunos denominan como el padre de la revolución, ese hombre de carne, sangre y huesos latinoamericanos, el que nació en  Rosario y pasó su infancia en una vivienda muy cercana al majestuoso Paraná, el hombre que caminó por las calles que ahora recorremos en bicicleta, el que se tomó una fotografía antes de partir a su viaje por latinoamerica, en uno de los parques más emblemáticos de la ciudad "el parque de la independencia". 

El día estaba un poco frío, pero eso no se constituyó en obstáculo para que saliéramos armadas con un buen atuendo, capaz de soportar el frío de este invierno que tantas ganas tiene de quedarse a vivir entre los esqueletos de los transeúntes desprevenidos que deambulan por las calles de la ciudad. Nos dirigimos entonces al monumento a la bandera, lugar en el que se anunciaba la famosa celebración, al llegar allí, en efecto, se empezaron a escuchar algunos sonidos color Ska mezclado con Rock argentino por supuesto.



Nos quedamos en el sitio escuchando un par de canciones, y volvimos al hostel para invitar a nuestras compañeras a disfrutar de la celebración, que según nos informaron algunos jóvenes del PCR, se terminaría a eso de las 11pm, así decidimos volver caminado por la clásica calle peatonal córdoba, donde nos encontramos con la grata sorpresa de varias librerías haciendo homenaje a nuestro revolucionario favorito con sus vitrinas.

De vuelta al concierto, todo pintaba de maravilla, y como ya éramos cuatro chicas, decidimos llevar dos  botellas de vino para amenizar el momento. En efecto, llegamos al lugar, pero nos llevamos una sorpresa: la última banda, estaba tocando el último tema de la noche, así que mientras nosotras llegábamos, el concierto terminaba...y aun no eran las nueve de la noche; así que decidimos no dejar el vino para después, sino aprovechar que estábamos cerca del Paraná y nos dirigimos al paseo del río a tertuliar y bebernos la botella y media que nos quedaba. En el camino, nos encontramos una amiga canina con quién compartimos un par de papas fritas y unas cuantas caricias, también vimos a unos cuantos adolescentes jugar a ser adultos. Nos tomamos el último trago y decidimos aventurarnos a recorrer las calles de la ciudad rumbo a ese lugar al que ahora llamamos "casa", pero de una forma misteriosa, terminamos otra vez escuchando tango y milonga en el chamuyero.

viernes, 21 de junio de 2013

Primer día de invierno

Viernes festivo, primer día oficial de invierno, levantada a la una de la tarde, sensación térmica entre 6° y 8°, un par de libros en la mesa de noche...mejor me quedo en el cuarto de hostal al lado del calentador.



*Es importante anotar que anoche vivimos nuestra primera noche a ninguna temperatura, es decir, a 0°

miércoles, 19 de junio de 2013

Recorriendo la ciudad sobre dos ruedas

La historia que tenemos para contar ha sido la más esperada desde el día en que se abrió este blog, no por la redacción, ni por las impresiones que podría llegar a generar, sino por los anhelos que cada día se hacían mas fuertes.

Resulta que ahora las martas se han convertido en grandes amantes de las bicicletas, tanto que en una navidad pidieron de regalo aprender a manejar una de ellas, y sí que lo lograron con un par de raspaduras en sus píes debido a las calles empedradas y las aceras levantadas a medio metro de las calles de la colonial Santa fe de Antioquia.

El segundo deseo era tener una bici propia, para recorrer una ciudad del sur a cualquier hora del día, siempre me imaginé que se trataría de una de esas de segunda que no tienen mucha gracia, esas que uno conoce popularmente como todo terreno, pues conseguir una con un estilo vintage, no era muy factible...hasta que al llegar a Rosario nos encontramos con la grata sorpresa de una ciudad sobre ruedas, y lo digo, porque en cada esquina ves una bici atada a un árbol, a un poste, a un parqueadero público especializado para ellas, y lo mejor de todo, es que la mayoría de las que transitan por la ciudad es del estilo ochentero, con canastita, parrilla, freno de contrapedal, casi todas muy pintorescas, así que mas enormes se hicieron las ganas de tener una para deambular por la ciudad.

La búsqueda comenzó: visitamos varios lugares donde vendían caballitos de acero de segunda, si en había ni media para vender, en el otro costaba una fortuna, incluso vimos un par que estaba vendiendo un chico que vende libros los domingos en el paseo del río, pero nada, una era demasiado alta como para poner el pie en el piso mientras cambiaba el semáforo y la otra, ya no la querían vender.

Empezaba a ponerme tristes hasta que al fin apareció la adecuada de la forma mas inesperadamente posible, resulta que comentándole a un compañero de la clase de tela y trapecio los fracasos para conseguir la bici, me dijo tan tranquilamente que él tenía varias bicicletas y que tenía una que ni siquiera usaba, que si yo quería el me la prestaba indefinidamente, por el tiempo que yo quisiera, que si se me antojaba, la podía pintar de rosa y que él no tendría ningún inconveniente.

En efecto, al día siguiente muy temprano fui a encontrarme con la anhelada bici en casa del compañero, y ahí estaba, esperándome, parecíamos hechas la una para la otra, ella tenía sus llantas pinchadas, pero eso no fue obstáculo para que se fuera conmigo rumbo al taller, y luego rumbo a casa.

Ahora, es nuestra gran amiga, yo a veces me escapo con ella a buscar un nuevo rumbo por la ciudad, y Cata, ella está dando sus primeros pedalazos.