No tenia ni una sola tela de araña donde mecerme cual elefante de un lado a otro, nadie me prestó, donó, obsequió o guardó un pedazo de hilo, fibra o alambre apto para entretejer historias, solo se fue quedando todo guardado en el UecereBro de modo automático, por no decir imperceptible; fue tanta la información que de un día para el otro se me empezaron a brotar palabras a borbotones sin distinguir contexto alguno.
Había perdido el cuadernito de hojas coloridas, cuya empastadura llevaba dibujada la imagen de una ciudad a la noche tipo cuento de Roberto Arlt, allí se habían escrito unas cuantas historias que hablaban sobre niñitos mocosos, edificios, cambios de rutina, enamoramientos y la historia del héroe latinoamericano mas famoso de todos los tiempos "El zurro".
Aquella era una noche de domingo, de esas en que la gente va tranquila por ahí sin prisas pues le aguarda un lunes feriado, recuerdo haber ido a un toque gratuito de esos que se presentan en época electoral, la banda tocó como ninguna poniendo a todo el mundo a bailar. A la salida, decidimos usar el dinero que no pagamos de entrada al recital en un vino blanco ideal para acompañar las noches de verano.
Bebimos vino, contamos chistes y nos alegramos de estar cerca de casa, pero justo en la esquina, cuando ya veíamos el portón del edificio, aparecieron ellos muy campantes en su vehículo de dos ruedas a motor, se bajaron, nos amenazaron y se llevaron todo, mochila, llaves, abrigo y escritos que ahora no puedo traer a colación, los escribía en aquella libreta viajera que ahora algún desprevenido puede llegar a estar leyendo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario