Hoy hace afuera una temperatura de 0.06°, yo estoy encerrada aquí, en este pequeño lugar, con dobles pantalones, medias gruesas, pantuflas y un par de abrigos. He tomado ya tres tazas de chocolate, comí ñoquis caseros con salsa, encendí la estufa, cerré ventanas y puertas, me senté a leer pero eso no ha sido suficiente para que deje de hacer frío.
El invierno se aproxima, realmente no comprendo por qué quiere mostrase durante el otoño, este otoño donde ya no quedan hojas en el piso de las veredas para caminar sobre ellas dejando atrás un crujido estrepitoso, o para convertir las calles de Rosario en una Venecia argentina durante alguna noche de tormenta, de esas en que se come tarta de zapallito mientras vuelves a ver una película bizarra sobre gitanos.
Esta noche me duelen un poco los dedos por tanto frío, decidí no ir a clase de trapecio, porque no quería terminar con los dedos totalmente congelados, en cambio, me quedé en casa bien acompañada durmiendo una linda siesta.
Dicen que mañana va a hacer mas frío que hoy, no se como voy a hacer par resguardar este cuerpo caribeño de las heladas australes, por ahora, me prepararé una chocolatada mas mientras sigo practicando melodías para tocar por el sur del continente junto a las cuerdas de la pichurria.