viernes, 19 de junio de 2015

Hasta los huesos

Hoy hace afuera una temperatura de 0.06°, yo estoy encerrada aquí, en este pequeño lugar, con dobles pantalones, medias gruesas, pantuflas y un par de abrigos. He tomado ya tres tazas de chocolate, comí ñoquis caseros con salsa, encendí la estufa, cerré ventanas y puertas, me senté a leer pero eso no ha sido suficiente para que deje de hacer frío.

El invierno se aproxima, realmente no comprendo por qué quiere mostrase durante el otoño, este otoño donde ya no quedan hojas en el piso de las veredas para caminar sobre ellas dejando atrás un crujido estrepitoso, o para convertir las calles de Rosario en una Venecia argentina durante alguna noche de tormenta, de esas en que se come tarta de zapallito mientras vuelves a ver una película bizarra sobre gitanos.

Esta noche me duelen un poco los dedos por tanto frío, decidí no ir a clase de trapecio, porque no quería terminar con los dedos  totalmente congelados, en cambio, me quedé en casa bien acompañada durmiendo una linda siesta.

Dicen que mañana va a hacer mas frío que hoy, no se como voy a hacer par resguardar este cuerpo caribeño de las heladas australes, por ahora, me prepararé una chocolatada mas mientras sigo practicando melodías para tocar por el sur del continente junto a las cuerdas de la pichurria.   


miércoles, 10 de junio de 2015

Patria


Me preguntarás cuál es mi patria, de dónde salió el tricolor que la pinta, cómo no confundir su imagen con esas que se visten tan parecido a ella, qué hacer con esa tonada que cambia de una altura a otra, cómo hablar de ella sin hacer referencia a polvos blancos, mar azul, flores verdes,  ferias de taurinas, cultivos de todos los colores, plazas de mercado, parapresidentes, shakiras, escobares, garcía marquez, faruchos, paracos, fundaciones, gente del campo en la ciudad, tratados de libre comercio, perros sin dueño, mulas de carga, balas perdidas, huérfanos por una bala, tres niñitos ricos, examen de admisión para ir a la universidad, filas eternas en los hospitales, multinacionales, bases militares, visa para ir a todas partes, iva sobre todo, libros caros, vallenato, cumbia, porro, champeta, joropo, sanjuanero, bambuco y guaneña.

Comparas el vino con el aguardiente, las empanadas de capresse con las de papa y guiso, el choripan con el chorizo montañero, el locro con el sancocho, el bambuco con la chacarera, el porro con la cumbia santafesina, el merengue con el cuarteto cordobés, el salón málaga con el bar la chamuyera, el paraná con el cauca y no paras.

Estás en todo tu derecho de preguntar, aunque en ocasiones tus preguntas me carcomen el cerebro de tanta repetición a tal punto pareces una grabación  y yo parezco un ser digno de ir al psiquiatra.

Mi patria, es una princesa de cuento de hadas que anda merodeando por las calles del sur cerca de tiendas de helado, se desparrama por ahí tan imperceptible, trepa de los árboles y se ondonea, el otro día me la crucé, la reconocí porque me pidió que le ayudara a subir a un árbol del centro, he vuelto a pasar por la calle dónde me encontré con ella la última vez pero no la vi.


domingo, 7 de junio de 2015

Me robaron el cuaderno

No tenia ni una sola tela de araña donde mecerme cual elefante de un lado a otro, nadie me prestó, donó, obsequió o guardó un pedazo de hilo, fibra o alambre apto para entretejer historias, solo se fue quedando todo guardado en el UecereBro de modo automático, por no decir imperceptible; fue tanta la información que de un día para el otro se me empezaron a brotar palabras a borbotones sin distinguir contexto alguno.

Había perdido el cuadernito de hojas coloridas, cuya empastadura llevaba dibujada la imagen de una ciudad a la noche tipo cuento de Roberto Arlt, allí se habían escrito unas cuantas historias que hablaban sobre niñitos mocosos, edificios, cambios de rutina, enamoramientos y la historia del héroe latinoamericano mas famoso de todos los tiempos "El zurro".

Aquella era una noche de domingo, de esas en que la gente va tranquila por ahí sin prisas pues le aguarda un lunes feriado, recuerdo haber ido a un toque gratuito de esos que se presentan en época electoral, la banda tocó como ninguna poniendo a todo el mundo a bailar. A la salida, decidimos usar el dinero que no pagamos de entrada al recital en un vino blanco ideal para acompañar las noches de verano.

Bebimos vino, contamos chistes y nos alegramos de estar cerca de casa, pero justo en la esquina, cuando ya veíamos el portón del edificio, aparecieron ellos muy campantes en su vehículo de dos ruedas a motor, se bajaron, nos amenazaron y se llevaron todo, mochila, llaves, abrigo y escritos que ahora no puedo traer a colación, los escribía en aquella libreta viajera que ahora algún desprevenido puede llegar a estar leyendo.