sábado, 10 de mayo de 2014

Noche con Frida la misteriosa

Anoche fui a trabajar a un bar bastante pintoresco, me la pasé merodeando de mesa en mesa, llevando y trayendo bebidas, comida, cartas y uno que otro recado amoroso entre el negro y la de verde; la noche avanzaba, descorché más que un par de vinos y por un momento casi pierdo la memoria, pues todos querían tomar o comer algo al mismo tiempo y mi disco duro estaba un poco reacio a retener información, creo que lo hizo estratégicamente tomado de la mano de la buena fortuna, tanto que un par de personajes se percataron de la situación, ya que tuve que pedirles paciencia porque mi memoria no podía retener demasiado.

La noche seguía su curso, Eve nos hipnotizaba con su voz, y ni que decir de la dulce dulce voz de Brenda que sonaba como una profecía en los tiempos en que "la modernidad te permite comer fuera de casa" -palabras del bajista de Luis Salinas y de La Eve-; en una de esas, las chicas de la mesa que miraba de frente a los músicos que casi dejaba sin aire al flautista me pidió descorchar un vino mas, de modo que pasé sigilosamente entre la gente que presenciaba el recital, con sacacorchos en mano y sentada en el piso para no tapar la vista a los espectadores, les descorché el vino a las chicas de la mesa de Virgi, luego un champan para la mesa de la negra Cari, y llevé no se cuantas caipirinhas para el loco de atrás.

Eve nos siguió cautivando con su voz, yo seguía llevando recados misteriosos entre el negro y la de verde y los corchos de vino seguían volando de un lado a otro del bar, hasta que en uno de los lleve y traiga celestinos, apareció su voz pidiendo envío de recado conmigo para mi, nunca me habían hecho una petición de esas calidades, así que  acepté sin pensarlo demasiado, el recado, venía de la mesa de Virgi, me emocioné tanto al verlo, porque no solo se trataba de palabras, sino de una pequeña agenda para recordar los pedidos, y también para viajar en el tiempo e ir a esas citas que no se alcanzaron a cumplir dos años atrás.

Me retiré de la mesa de Virgi, después de un abrazo de felicidad y agradecimiento que aun se encuentra reflejado en mi sonrisa, pues definitivamente, son las pequeñas cosas las que te hacen más feliz y si vienen acompañadas de mensajes misteriosos mucho más.

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