Anoche fui a trabajar a un bar bastante pintoresco, me la pasé merodeando de mesa en mesa, llevando y trayendo bebidas, comida, cartas y uno que otro recado amoroso entre el negro y la de verde; la noche avanzaba, descorché más que un par de vinos y por un momento casi pierdo la memoria, pues todos querían tomar o comer algo al mismo tiempo y mi disco duro estaba un poco reacio a retener información, creo que lo hizo estratégicamente tomado de la mano de la buena fortuna, tanto que un par de personajes se percataron de la situación, ya que tuve que pedirles paciencia porque mi memoria no podía retener demasiado.
La noche seguía su curso, Eve nos hipnotizaba con su voz, y ni que decir de la dulce dulce voz de Brenda que sonaba como una profecía en los tiempos en que "la modernidad te permite comer fuera de casa" -palabras del bajista de Luis Salinas y de La Eve-; en una de esas, las chicas de la mesa que miraba de frente a los músicos que casi dejaba sin aire al flautista me pidió descorchar un vino mas, de modo que pasé sigilosamente entre la gente que presenciaba el recital, con sacacorchos en mano y sentada en el piso para no tapar la vista a los espectadores, les descorché el vino a las chicas de la mesa de Virgi, luego un champan para la mesa de la negra Cari, y llevé no se cuantas caipirinhas para el loco de atrás.
Eve nos siguió cautivando con su voz, yo seguía llevando recados misteriosos entre el negro y la de verde y los corchos de vino seguían volando de un lado a otro del bar, hasta que en uno de los lleve y traiga celestinos, apareció su voz pidiendo envío de recado conmigo para mi, nunca me habían hecho una petición de esas calidades, así que acepté sin pensarlo demasiado, el recado, venía de la mesa de Virgi, me emocioné tanto al verlo, porque no solo se trataba de palabras, sino de una pequeña agenda para recordar los pedidos, y también para viajar en el tiempo e ir a esas citas que no se alcanzaron a cumplir dos años atrás.
Me retiré de la mesa de Virgi, después de un abrazo de felicidad y agradecimiento que aun se encuentra reflejado en mi sonrisa, pues definitivamente, son las pequeñas cosas las que te hacen más feliz y si vienen acompañadas de mensajes misteriosos mucho más.
sábado, 10 de mayo de 2014
jueves, 8 de mayo de 2014
Pipa correcta
Desde aquella tarde en que llegó mi amigo colombiano del Perú con su pipa de piedra serpentina tallada en forma de cóndor de los andes, no paré de tener ganas de fumar un par de flores a orillas del Paraná en ella; me motivaba el hecho de conectarme con los andes mismos desde las orillas del Paraná en una experiencia mística, todo un sueño para mi.
Varias veces intentamos que se presentara la oportunidad, pero el amigo, bastante amigo de las flores por cierto, cuando no llevaba la pipa, terminaba llevando basura para los pulmones; incluso llevamos un pequeño ramillete a la montaña cordobesa, pero ni así la pipa y yo nos encontramos, porque mi amigo terminó con las flores cual enamorado con margaritas.
Pero hoy ha ocurrido lo inesperado, luego de pedalear un par de kilómetros de casa hasta la playa del Paraná con la compañía inmejorable del cocinero literato, ese de quién había prometido hablar hace poco más de un par de meses; resulta que en medio de la arena, arena y más arena de río, sus aguas meciéndose de un lado a otro, algún barquito de madera flotando, las estrellas y la luna con su sonrisa coqueta, el chico apareció con un par de flores en una mano, y en la otra, el cóndor, un cóndor sutil, discreto, tallado en piedra, más hermoso de lo que me había soñado con la pipa de mi amigo del viajero y me invitó a compartir el humo entre el sonido de la naturaleza que hizo apagar las lámparas que apagaron las luces artificiales de la playa, y nos permitieron tener mas ojos para ver la luna y las estrellas en el cielo y los juegos de las avecillas nocturnas con las aguas del Paraná.
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