sábado, 13 de enero de 2018

Una nueva vida en Rosario

Ya voy a cumplir cinco años en esta ciudad, y no me siento tan extranjera como al principio, ahora entiendo casi todo lo que habla la gente, sus gestos, sus formas de celebrar, de encontrarse, de pelearse, de quererse, de hacer amigos, de hablar de política, de convivir, de emborracharse, de estar sobrios, de salir de vacaciones y de vivir la vida.

Ahora, las cosas que antes me sorprendían o me inquietaban me resultan bastante naturales y va cambiando la forma de mi vida, y hasta un poco mi acento paisa colombiano, que se ha convertido en una mezcla exótica y hasta graciosa de dichos de aquí y de allá con todas mis terminaciones para el diminutivo en "ico-ica" y las palabras que usa como "frasada", "remera", "placard", "lapicera", "laburo" y otras tantas.

Pero lo ya dicho no es el tema central de lo que ahora escribo, me encuentro tecleando para hablar de un tema fuerte, nuevo, transformador de vidas, o mejor dicho, creador de una vida nueva, esa vida que ahora viene en camino y que se está gestando hace apenas un poco mas de tres meses, que me tiene perpleja, feliz, enamorada de la vida y del amor, sensible hasta el tuétano, pensando en tres culturas en una, sintiendo como hay un ser adentro de mi que va creciendo, que se mueve poquito a poco como diciéndome "hola mamá, estoy aquí".

Esta experiencia, vendrá con una nueva vida en Rosario, una gestada por una madre colombiana y un padre brasilero, una mezcla perfecta que me hace sentir que tengo a América del Sur en mi vientre, no hay nada que pedir, solo sentir y vivir cada día descubriendo todas las transformaciones que van llegando con su paso por mi cuerpo y nuestro entorno, ahora, tengo dos corazones palpitando adentro. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahh, ¡hermoso!