miércoles, 12 de enero de 2022

Lucio V. Love

 Ya van a ser cuatro años de mi salida de Rosario a un pueblito de tan sólo quinientos habitantes ubicado en medio de la pampa húmeda de la provincia de Santa Fe, Lucio V. López, un pueblo tan chico como diverso con un mexicano, un francés, una belga, un brasilero, una colombiana y un venezolano. 

Aqui las profesiones también llaman la atención, hay bailarinas profesionales, musico terapeutas, danza terapeutas, músicos de conservatorio, una cantante de lírica, biocontructores, un antropólogo, dos profesoras de yoga, una doctora en física, un gestor de proyectos urbanos comunitarios, un fotografo profesional, una artista plástica, una museóloga, un huertero, un bombero-ambulanciero, una coreógrafa, una tatuadora, un ingeniero civil, una abogada ambientalista y profe de teatro.   

Dentro de esa comunidad de quinientos habitantes se ha formado una tribu de unas  cincuenta personas incluyendo a les mas peques, esa comunidad de la que me siento parte junto con mi familia y en la que se construye cada día y se aprende sobre crianza compartida, vínculos amorosos, amistades profundas, mujeres feministas, varones en deconstrucción, ritualidad y respeto hacia la madre tierra, activismo ambiental, mingas comunitarias de limpieza y de construcción con barro. 

De este grupo han surgido ideas como el nacimiento de una orquesta escuela de música, talleres de teatro, clases de yoga, una biblioteca popular, encuentros de danza femenina, huerta comunitaria, un mural en la puerta de la escuela, el nacimiento de un bosquecito con especies nativas, creación de una guardia ambiental, un vivero de especies autóctonas, un centro cultural que viene cocinándose, escucha a las mujeres víctimas de violencia de género y un sin número de ideas que van y vienen, proyectos que se van sumando y ayuda a la comunidad.

Ya llevo casi cuatro años aquí, me vine con una panza enorme de siete meses de embarazo, he visto crecer aquí al Preto, dar sus primeros pasos, decir su primeras palabras, me he sentido contenida y acompañada en los momentos mas oscuros, también he celebrado la alegria y el amor de y hacia las personas que tengo cerca.

Ahora parece que todo ese tiempo se ha transformado en un pequeño lapso y hoy me encuentro con una rara sensación de nostalgia previa a un nuevo viaje, a un rumbo distinto, en el que se habla en otro idioma.

Estoy inmensamente agradecida por todo lo vivido en esta tierra de la pampa húmeda, por los vínculos fuertes que se han formado, las amistades que se han convertido en hermandades, la vida en comunidad, las sonrisas de les niñes, el río carcarañá, la reserva cina-cina, los encuentros sobre poliamor, las mingas, los festejos de cumpleaños, el abrazo sentido, la palabra adecuada, el amor fraterno.

Hoy no necesito que Paola me tatue en letras grandes el nombre de Lucio o la imagen de los teros por las calles de pasto del barrio, esa imagen ya la tengo impresa por dentro.

Gracias hermosa tribu, les amo.