Comenzó el 2014 con un sol que te derretía en medio de la calle, media ciudad tomando remedios para la resaca y un río enorme llamándonos, por eso decidimos irnos de camping para la isla, allí al otro lado del río Paraná. Empacamos carpas, aislantes, plástico, anti mosquitos y traje de baño, la tarde se hacía larga porque casi que no salimos de casa pero al fin ahí estábamos cruzando el río y luego sumergidos en sus aguas viendo al sol ocultarse.
El pronóstico del clima anunciaba tormenta para esa noche pero el cielo se veía totalmente despejado, así que estábamos tranquilos, pero por las dudas nos fuimos a un camping donde teníamos la posibilidad de poner nuestras carpas bajo techo por si llegaba a llover, armamos nuestras carpas y tomamos la guitarra para entonar canciones fuera de tono (cual de todos más mal músico), tan terrible que yo era la única que medio sabia rasgar el instrumento, así que nos pusimos a improvisar con todo y los obstáculos.
Uno de los invitados al paseo fue el famoso "Chapa" conocido así por un par de zapatos que llevó puestos a clase cuando estudiaba en la escuela de teatro, los cuales le hacían lucir como el doctor chapatín, este personaje ahora goza de fama y popularidad siendo mago y actor en medio de los andes bolivianos; resulta que al chapa le tocaba improvisar y comenzó diciendo que quería ser andrógino, pero desentonaba con cada palabra que decía, hasta que terminó por decir que se iba a acabar el mundo esa anoche por lo cual su canción terminó siendo la del "andrógino, arrítmico, apocalíptico", tema que se encuentra actualmente en edición por uno de nuestros productores.
Entre canto y canto, noche estrellada, río sereno y un par de flores, el ambiente comenzó a transformarse, primero con la aparición de ella, esa chica de nombre "Selva" que decía venir de una carpa supersónica, que a las dos de la mañana y con una tormenta avecinándose, quería cruzar el río a remo y que alguno de nosotros la acompañara a remar en su piragua, pues ninguno aceptó su propuesta y terminó cruzando con un loco que la llevó del otro lado y regresó en medio de la tormenta al camping.
Eran ya las cinco de la mañana, yo dormía plancenteramente, cuando de repente, mi carpa comenzó a moverse y como no tenía impermeable para cubrirla se estaba mojando un poco, así que tuve que levantarme a las corridas a cambiarla de lugar para no mojarme ni salir volando de allí. Miré hacia el río y se encontraba totalmente salpicado, no había ningún bote atravesándolo, solo el viento que hacía inclinar los árboles, mandar volando mesas y sombrillas por cualquier parte y si uno se descuidaba, también se le volcaba la carpa, en ese momento, terminamos los cuatro: Ari, Nico, el Chapa y yo, metidos todos en una de las carpas esperando a que se calmara un poco la tormenta acompañados de un mate caliente con galletitas muy al estilo argentino; luego cada quién volvió a su aposento y nos quedamos dormidos por un largo rato hasta que se empezaron a escuchar las historias de el tipo al que se le murió el abuelo en la cama de clavos por andar de romance con la novia de su auxiliar.
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Río Paraná el dos de enero a las 8:00am. Foto: Ari |
Eran las doce del día y aun seguía lloviendo, ninguna lancha surcaba las aguas del río Paraná, nosotros nos sentíamos atrapados allí, el hambre nos atacaba y solo había polenta para cocinar, así que a comer polenta con pasta de tomate y cebolla al carbón, y a seguir esperando hasta que nuestro lanchero apareciera para retornarnos a nuestro hogar.
Al fin apareció el lanchero y cruzamos el rio rumbo al caos de la ciudad, pero allí no terminó la historia pues al día siguiente de nuestras aventuras, las piernas de varios de nosotros amanecieron llenas de puntitos rojos y mucha comezón gracias a las pulgas que se colaron entre nuestras cosas desde la isla, les contaría cuantas picaduras tengo, pero con la rasquiña que me está atacando, mejor me voy a bañarme en caladril.